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sábado, 11 de agosto de 2018

Previa: Sevilla FC - FC Barcelona

"La Supercopa de la vergüenza"

Llega el primer título oficial de la temporada y lo hace en fechas tempranas, el 12 de agosto. El subcampeonato de Copa del Rey permite al Sevilla Fútbol Club disputar plata una vez más, esta vez en medio de una enorme polémica. El Grand Stade de Tánger acoge, a las 22:00 horas, la Supercopa de España 2018.

Un partido que llega tras mucho revuelo detrás, revuelo en el que nuestro club se ha visto gravemente perjudicado. Muchos sevillistas que teníamos el encuentro de ida en nuestro abono nos hemos visto privados de ver el partido ya que la RFEF decidió trasladarlo a Marruecos en un entramado de intereses entre la propia RFEF y el Barcelona, todo por un amistoso de los blaugranas, llevando el partido a una especie de "Mini Camp Nou" (no es ningún misterio a qué equipo animarán los espectadores locales) en el que se estima que habrá unos 3.000 sevillistas –la mayor parte del sevillismo se ha negado a viajar– en un estadio para 45.000 espectadores.

Si no fue suficiente todo aquello, este mismo viernes nos encontrábamos con la noticia de que la RFEF permitirá un número ilimitado de extracomunitarios en la Supercopa, para que así el Barcelona pueda inscribir a sus 4 extracomunitarios al no tener aún Coutinho la nacionalidad portuguesa. Un cúmulo de despropósitos que enerva a una afición que solo pide un trato igualitario.

Y es por todo eso, por luchar contra viento y marea, por lo que el Sevilla Fútbol Club debe tratar por todos los medios de traerse a casa la "Supercopa de la vergüenza". La situación, sin duda y después de los recientes acontecimientos, es tan dantesca que el club debería incluso plantearse si presentarse o no en Tánger. Pero sabemos que no lo hará, la directiva ha guardado silencio en prácticamente todo, y por eso es por lo que los jugadores deben sudar sangre en el campo.

Está en juego la dignidad del club. Pero sobre todo, está en juego la dignidad de la afición, esa que es la que más está aguantando y soportando estos nefastos acontecimientos dignos de todo menos de entidades profesionales. No queremos ver a un equipo entregado que vuelva a caer goleado, queremos un equipo que mate en el campo, que gane o que muera matando. Queremos ver garra, queremos ver casta y coraje, queremos traernos a casa esa "Supercopa de la vergüenza" para poder dejar un mensaje a la Federación y a todos los artífices de que esto esté pasando.

Y es que no me cabe duda de que el sevillismo aplaudiría que su equipo no se presentara en Tánger, o que haya alguna reivindicación en forma de pancarta si ganamos la Supercopa, o incluso –como he leído en Twitter– que el Sevilla ganara el partido y se fuera al vestuario a la hora de levantar el trofeo. Que Luis Rubiales se quede con Tánger y con los extracomunitarios, que el sevillismo se encargará de que la dignidad se quede en Sevilla y no viaje allí. Veremos el partido y animaremos a nuestro equipo, pero que a nadie le quepa duda de que no somos partícipes en esta pantomima veraniega que han formado.

Me sobra todo análisis táctico, me sobra la convocatoria, me sobra la dificultad del rival, me sobra el que haya o no haya un delantero, todo me sobra excepto la dignidad y nuestra capacidad de mantener la cabeza alta. Las finales hay que ganarlas, el respeto hay que mantenerlo y el orgullo hay que sacarlo a pasear. El sevillismo no se ha callado, y el club tiene que reaccionar. Si quieren ir a Tánger, hay que ir con todo, a morir o a matar, y a traerse la plata a Sevilla.

¿Quién son ellos para reírse de nosotros? ¿Acaso hemos permitido que alguien se ría del sevillismo? Yo creo en mi equipo, y yo estoy convencido de que los 11 que salten al campo van a salir con los colmillos afilados, a mostrar orgullo y dignidad. Nadie se ríe del Sevilla Fútbol Club, que no va a ser el invitado ni el bufón de la "Supercopa de la vergüenza", sino que va a ser el aguafiestas, el que se saldrá del guión, el que estropeará el perfecto plan maquinado para que viaje a Barcelona.

El orgullo de la entidad se ha podido herir, pero nunca ha muerto. Ya saben que resurgimos de nuestras cenizas y están jugando con ello. ¿Acaso vamos a temer? No tenemos nada que perder.

¡Aplasta, Sevilla!

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