Luz verde: dominio absoluto de las áreas. El partido de hoy es el más claro ejemplo de que, si dominas las áreas, tienes mucho ganado. En defensa, Carriço, Kjaer y Sergi Gómez estuvieron colosales. El Eibar apretó mucho en la primera mitad y asfixió al conjunto sevillista con una presión intensa y con constantes balones al área. Sin embargo, la defensa se encargó de achicar espacios y repeler balones (10 despejes para Carriço y 11 para Kjaer) en un partido en el que el Eibar colgó más de 40 balones y solo remató 2.
El ataque esta de gracia, con un André Silva que volvió a marcar la única ocasión que tuvo y que lleva ya en liga 7 goles con solo 11 remates (64% de precisión). A esto hay que sumarle el doblete de un Banega que está de gracia y el buen partido de Navas en el lateral derecho, que aportó muchísimo al ataque del equipo.
Luz amarilla: todo funciona mejor cuando los magos tocan el balón. Hoy tenemos una luz amarilla con tono muy verdoso. El ya comentado buen primer tiempo del Eibar hizo que el Sevilla no conectara jugadas, que el balón no circulara y, con ello, que Banega y Franco Vázquez no pudieran crear y tocaran menos el balón. Esto no les impidió recuperar balones en unas tareas defensivas de sobresaliente.
Sin embargo, el tempranero gol de André Silva nada más arrancar el segundo tiempo cambió el curso del encuentro y ambos jugadores pudieron prodigarse más. Aquí es cuando el Sevilla controló el partido de forma total, cuando los que mejor manejan el balón se pusieron en contacto con él.
Luz roja: la falta de acierto de Sarabia. En unos primeros 45 minutos en los que los de Pablo Machín sufrieron lo indecible para llegar al área de Dmitrovic, el equipo disfrutó de un par de oportunidades clarísimas, ambas en las botas de Sarabia y ambas detenidas por el meta serbio. Especialmente clara fue la primera, un mano a mano en el que el balón estaba botando, perfecto para dejar al portero vendido picando un poco la pelota, pero el madrileño escogió una opción equivocada y Dmitrovic sacó el pie para desviar el balón a córner.
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