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miércoles, 27 de septiembre de 2017

El semáforo: Sevilla FC 3-0 NK Maribor


Luz verde: verticalidad y actitud ofensiva que hay que mantener. El partido en el Wanda Metropolitano del pasado sábado estuvo marcado por no tirar a puerta. Esto es lo que se le exigía hoy al Sevilla ante un equipo menor, mirar a portería. Y lo hizo, ganó mucho dinamismo y mucha profundidad con los pases filtrados de Vázquez y Banega.

El conjunto de Berizzo acabó el partido con 26 tiros totales, una barbaridad, aunque bien es cierto que algunos fueron poco peligrosos para lo que podrían haber sido. Aún así, Ben Yedder tuvo otras tres buenas ocasiones y Navas disparó una vez al larguero y otra al palo. Obviamente, el sistema defensivo del Maribor no es el del Atlético de Madrid y esto es lo que hay que conseguir, ser un equipo que genere peligro y enfile el arco rival ante cualquier equipo.

Luz amarilla: balón parado e individualismo. Empecemos por lo último, donde quiero nombrar a Joaquín Correa. Ha hecho un buen partido, ha participado mucho en el ataque del Sevilla y el primer gol es casi entero suyo, que con una espectacular jugada se va de todos los rivales que se encuentra en su camino en poco espacio y llegando hasta línea de fondo. El único problema es que en ocasiones peca de individualista y las jugadas pierden peligro por ello.

En cuanto al balón parado, hoy volvimos a sacar una cantidad importante de córners y solo creamos peligro en uno en el que Sarabia estuvo cerca de marcar un gol olímpico. Lo mismo ocurre con las faltas. No sé si es falta de trabajo, pero nos cuesta muchísimo marcar en jugadas ensayadas, y ese es un aspecto que puede dar muchos puntos.

Luz roja: peligrosos marcajes uno para uno en defensa. Es una tendencia muy peligrosa que está adquiriendo el Sevilla en la zona defensiva. Cuando se acercan los rivales en ataque, y no necesariamente en una contra, uno de los centrales sale a por el jugador que circula con el balón y el otro se queda atrás.

Pues bien, esto ha pasado hoy en alguna ocasión. El problema es que el hueco que deja el central que sale de su posición se queda vacío, no lo ocupa nadie. El vacío que se crea provoca inferioridades y estas inferioridades pueden ser peligrosas. Es un detalle poco importante si la jugada rival sale mal; pero, si consiguen conectar los pases, el jugador que entra en velocidad puede ponernos en un aprieto.

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