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domingo, 7 de octubre de 2018

El semáforo: Sevilla FC 2-1 RC Celta

Luz verde: aportó la intensidad necesaria cuando el partido la requería. De los aspectos positivos que se pueden sacar, probablemente este sea el que más destacable me ha parecido. Todos los jugadores le dieron al encuentro el nivel de esfuerzo y sacrificio que se les demandaba, tanto en una primera parte en la que la presión era asfixiante como en una segunda que arrancó de forma vertiginosa.

En cuanto a momentos de forma, el caso más espectacular es el de Jesús Navas, que en la segunda mitad demostró que es una versión mejorada del futbolista que se fue hace unos años con constantes internadas por la banda y estando en todas partes. También quiero destacar a un Pablo Sarabia que es determinante (gol y asistencia) y una defensa que volvió a cuajar un gran partido gracias a la jerarquía de Kjaer, la veteranía de Carriço y la seridad de Sergi Gómez.

Luz amarilla: el juego de la presión de la primera mitad. En los primeros 45 minutos apenas vimos ocasiones en el Ramón Sánchez-Pizjuán. Una tuvo cada equipo, la parada de Vaclík a Pione Sisto para el Celta y el gol de Sarabia para el Sevilla. Esto se debió a que ambos conjuntos saltaron al campo con mucho respeto por las delanteras rivales (9 goles llevaba la dupla Iago Aspas - Maxi Gómez y 11 el dúo André Silva - Ben Yedder en liga).

Mohamed avisó en la previa que harían una presión muy elevada y así fue, añadiendo dificultades a la salida de balón del Sevilla, que pese a superarla, normalmente no llegaba a mucho más y muchas jugadas acababan en balones largos que iban a la nada. Lo mismo ocurrió con el Celta, que tuvo dificultades para enlazar jugadas y salir de campo propio con el balón jugado. Fue una primera parte muy táctica.

Luz roja: sufrimiento innecesario en el tramo final. El partido se había puesto ya perfecto para el conjunto sevillista, que llegaba a los últimos minutos con un 2-0 favorable en el marcador y con un jugador más después de la expulsión de Araújo por doble amarilla. Sin embargo, los de Machín se relajaron más de lo debido y el Celta colgó varios balones y acabó marcando el 2-1 por mediación de Boufal tras recorrerse medio campo sin oposición ante el temor de Banega de ser expulsado por doble amarilla. El gol supuso un poco de nervios, que finalmente fueron solventados y no impidieron la victoria sevillista.

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