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domingo, 21 de octubre de 2018

El semáforo: FC Barcelona 4-2 Sevilla FC

Luz verde: una derrota con sensaciones distintas. El resultado es el que es, y no es precisamente positivo, pero sí es cierto que es uno de esos partidos en los que los jugadores se pueden ir al vestuario con la cabeza alta. Después del mazazo inicial del 2-0 y tras la lesión de Messi, el equipo no se vino abajo y siguió plantando cara durante todo el partido con los diferentes resultados y acontecimientos que se han ido produciendo a lo largo del mismo.

En lo futbolístico, posiblemente fuéramos mejores que el Barcelona, pero faltó serlo también en lo determinante. Especialmente bueno fue el arranque de la segunda parte, pero muchos acontecimientos se tornaron en nuestra contra. Ter Stegen hizo dos dobles paradas impresionantes, ni árbitro ni VAR pitaron un penalti por mano de Jordi Alba y tuvimos alguna ocasión que fallamos. Más allá de eso, cuando marcamos el 3-1 se dio la desafortunada circunstancia de que André Silva acababa de salir del campo.

Luz amarilla: la diferencia entre no marcar individualmente a Messi y dejarlo solo. No salió bien el Sevilla al terreno de juego y, de hecho, los primeros 15 minutos fueron decisivos -en lo negativo- para los de Pablo Machín. Dejaron al, posiblemente, mejor jugador del mundo completamente solo. Comprendo la decisión de no poner a un defensa siempre pegado a él, pero otra cosa muy diferente es dejar que campe a sus anchas. En el poco tiempo que estuvo en el campo pudo marcar un gol y dar una asistencia.

Luz roja: el respeto debe existir, pero no ser excesivo. Al Camp Nou siempre hay que salir con prudencia, con respeto y con cabeza, pero no puedes salir con complejo de equipo pequeño. Y así fue como salió hoy el Sevilla, dando al rival la opción de ver la sangre y morder la herida. Esos primeros 15 minutos fueron completamente decisivos, ya que un 2-0 en este escenario pesa mucho en las botas y en la mente.

En la segunda parte fue más de lo mismo. A partir del penalti no pitado y el posterior 3-1 el equipo se soltó más, pero antes de ello no lo fue. Los mejores minutos del Sevilla llegaron después del descanso, cuando el conjunto blaugrana no se enteraba de la película y estaba más desconectado, pero no supimos aprovecharlo porque no fuimos con todo arriba. Faltó más banda derecha, más vertiginosidad y, sobre todo, más presencia y acierto de un Banega que no estuvo bien.

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