Luz verde: llegó la victoria fuera. Ha costado mucho tiempo, 512 días exactamente desde que el Sevilla no ganara fuera de casa. Hay que remontarse al 23 de mayo de 2015 para ver aquella victoria en La Rosaleda por 2-3, idéntico resultado al cosechado hoy en El Butarque.
Más allá del juego desplegado por el equipo (en muchos aspectos mejorable), el fantasma que perseguía al equipo desde hace año y medio dejará de rondar en el vestuario. Este resultado debe ser útil para mejorar sin presiones y para lavar la cara del Sevilla fuera de casa, que no se parece ni por asomo al que juega en el Ramón Sánchez-Pizjuán, todo esto antes de un importantísimo partido de UEFA Champions League en Zagreb que se antoja obligatorio ganar.
Luz amarilla: falta de "amateurismo". Podría ser luz roja sin ningún problema, pero las circunstancias del partido la encuadran aquí hoy. No se ha visto al Sevilla que queremos ver, como viene siendo habitual fuera de casa. El trabajo se hace indispensable, Sampaoli es consciente de ello y ha hecho gala en rueda de prensa de la necesidad de mejora.
El único tramo del partido en el que los de Sampaoli han tenido más controlado el juego ha sido desde el gol de Franco Vázquez hasta el final del primer tiempo, cuando el Leganés fue un poco más neutralizado a pesar de que no creáramos peligro. Faltó ese protagonismo del que tanto se hace gala y, sobre todo, ese querer jugar siempre en campo contrario.
Sin embargo, el resto del partido estuvo marcado por un peligro constante del conjunto local, que falló tres ocasiones claras antes de que nos adelantáramos en la primera parte, una motivada por una contra que cogió al Sevilla en pañales, otra por una pérdida y la restante por un mal marcaje en el área. Qué decir de cuando empataron, cuando parecía que la balanza se iba a decantar del lado de los locales.
Luz roja: ventaja desaprovechada. Bien es cierto que el Sevilla no merecía el 0-2 que tenía de renta cuando Nasri batió a Serantes, porque el conjunto local había tenido alguna ocasión más, y tres de ellas clarísimas, como he comentado anteriormente; pero no puedes desaprovechar una ventaja tal.
La situación era inmejorable, con dos goles de renta en el campo de un recién ascendido que estaba psicológicamente tocado por la oportunidad desperdiciada. No puedes permitirte el lujo de quedarte a verlas venir, porque es así como llegan los goles, y es así como llegaron. Lo peor es que no es la primera vez que ocurre, porque ya en Ipurúa vimos algo parecido (o incluso peor al estar jugando en superioridad numérica).
Quedan aspectos por limar de cara al partido en Zagreb y al posterior en Gijón, dos partidos a domicilio en los que debe verse una mejora reforzada por esta victoria.
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