Ya han saltado las alarmas, el sevillismo ya está alzando la voz. Una horrorosa "manita" recibida en Moscú ha sido la puntilla para que todos los que sentimos este escudo gritemos al unísono y pidamos respeto. Tres partidos difíciles en el Wanda Metropolitano, en San Mamés y este, tres derrotas.
El problema es que esto no es algo nuevo, ya arrancó por allá por junio. Era el primer año "después de Monchi" a pesar de que el de San Fernando (a mi entender) ya había dejado trabajo hecho. El Sevilla acababa el verano con la plantilla más cara de su historia y con Pepe Castro repitiendo tantas veces ese "el dinero en el campo" que tan en la cabeza tengo grabado desde los continuos regates por Jovetic o desde que saltó lo del reparto de dividendos.
Sampaoli se marchaba para dirigir a Argentina y el encargado de dirigir al Sevilla era Berizzo, un entrenador que caló bastante bien entre el sevillismo. El nuevo técnico de los de Nervión estuvo a punto de meter al Celta en la final de la UEFA Europa League, si bien es cierto que había dejado a los gallegos en la mitad baja de la liga (después de una buena primera vuelta que le daba opciones a títulos europeos), competición que descuidó con sus, por entonces, para nosotros obviadas rotaciones.
Pero ay, esas rotaciones... Llegaba a Sevilla el argentino y con él se trajo esa filosofía de descanso. De los once que jugaron el primer partido en Estambul ante el Basaksehir, solo dos (si, dos) repitieron ante el Espanyol. No salió demasiado bien, pensamos que podía ser un escarmiento. Nada más lejos de la realidad, uno casi que se ha acostumbrado a vivir con ello. En la previa del choque ante el Spartak, Berizzo defendía sus rotaciones diciendo que gracias a ellas se llegará más fuerte a final de temporada. Mi pregunta es: ¿acaso pretendemos jugar alguna competición que no sea la liga a finales de temporada con este panorama?
Con esto de que todos los jugadores se sientan importantes, Berizzo ha pasado de pretender tenerlos a todos activos a no tener a ninguno. No hay bloque, en el Sevilla no hay un estilo de juego. Con mis respetos a la gente del Celta, Sevilla no es Vigo. El Sevilla no se puede permitir dejarse puntos, no se puede permitir un juego mediocre, tiene que ser un equipo con gen competitivo y que salga a ganar. O al menos, señor Berizzo, un equipo que sepa a qué juega, porque este equipo no lo sabe.
En Anfield se nos apareció la virgen. Lo mismo ocurrió contra Las Palmas, contra el Getafe o contra el Girona, y a punto estuvimos de quedarnos fuera de Champions con aquel palo en una falta al borde del final de los play-offs. Pero ahora ha llegado lo serio, ha llegado la prueba de fuego y el Sevilla se ha caído. Todavía, para apoyarse, quedaba la noción del resultadismo. Esa, terceros en el grupo de Champions y fuera de la propia zona Champions en liga, ya no es una opción. ¿A qué toca aferrarse ahora?
El Sevilla no tiene una columna, no tiene un bloque sólido, un once o un sistema tipo sobre el que hacer cambios como hacen Barcelona, Madrid o Atlético. Ves a nuestro equipo jugar y no sabes a qué juega... ni los jugadores lo saben. Muchos toques en el centro del campo, mucha posesión... mucho fútbol de mentira. A nuestro '9' no le llega el balón, tiene que bajar él a buscarlo; dejando el área vacía.
Tenemos a dos delanteros, uno de los cuales te ha costado 20 millones (sí, duele) y que las pocas oportunidades que tiene no las aprovecha, y no le llegan los balones. Es más, no son delanteros puros, sino segundos puntas o jugadores de espacios a los cuales no les puedes echar balones por alto como si el que tuvieras arriba es a Llorente (que nos habría venido hasta bien con lo rana que salió en su día). Entonces es cuando entra en juego Óscar Arias y sus continuas idas y venidas en el tema de Jovetic, que fue el mejor jugador del Sevilla el año pasado, un jugador de primer nivel que estaba deseando volver a nuestro club. Repito la frase de Pepe Castro: "el dinero en el campo". No lo olviden, a lo mejor nos sigue haciendo falta.
La ley de Murphy. Lo que mejor estaba era la defensa, pues ya ni eso. Para echarse a llorar el partido de la línea defensiva en Moscú. Otro grosero error de planificación. Parea y Carriço, dos hombres que tienen todo mi respeto por lo que hacen y han hecho por el Sevilla Fútbol Club, pero dos jugadores que son propensos a lesiones y que te generan un riesgo importante de que te queden huecos en la plantilla. Pues bien, los dos lesionados y te quedan solo dos centrales. Kjaer dio el susto en San Mamés y ha llegado a Moscú casi sin querer (y sin poder prácticamente). ¿Y el central que falta? Para Óscar Arias no era necesario.
Después tenemos incongruencias menores como el caso de los extracomunitarios. De tres plazas, dos las ocupan Montoya y Ganso, jugadores que parecen no contar demasiado para Berizzo. Dos plazas importantes ocupadas por dos hombres que apenas están aportando al Sevilla. Cosas como que Berizzo no incluya a Carole en la lista Champions. Imaginen que Escudero se lesiona (que ojalá no pase). ¿Qué hacemos? Bah, detalles sin importancia.
Quiero dedicarle unas líneas al Sevilla Atlético, equipo que (por lo que tengo entendido) ha confeccionado Arias en su totalidad, sin papeles adelantados por Monchi. Ya ven cómo está, hundido en el fondo de la clasificación y con un entrenador incapaz de sostener al equipo y al cual el club no es capaz de echar no sé por qué motivo.
A pesar de todo, pienso que el Sevilla tiene una de las mejores plantillas de la historia (como ya he dicho, la más cara). Todavía estamos a tiempo de darle un vuelco a la situación y para eso hay que corregir muchas cosas. Ya basta de pasar página, como diría Pepe Castro. O Berizzo cambia o habrá que cambiar a Berizzo, pero el Sevilla necesita un once tipo, un sistema tipo, un esquema de juego, una identidad (y no jugar a lo que el rival quiera que juguemos), personalidad y sensaciones.
Somos un equipo grande y tenemos una plantilla y una afición de equipo grande que no es tonta. Queremos soluciones, somos inconformistas y estos son nuestros relatos. No queremos pasar página, queremos soluciones, queremos mejoras, queremos ver a nuestro equipo en lo más alto. Estamos a tiempo, no lo olviden, solo hay que querer. Poder, se puede.
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