No se perdió ante el Eibar, pero lo cierto es que el partido fue malo y siguió la línea de un 2019 en el que el Sevilla está mostrando un nivel paupérrimo. A los continuos ridículos lejos de Nervión se le suma ahora un desastroso partido en casa que ha enfadado al sevillismo aún más de lo que ya lo estaba. Pero, ¿qué ha pasado? ¿Por qué este bajón?
El principal responsable de esta situación es, para mí, Pablo Machín. Su empecinamiento en jugar con este sistema es la base de la mala racha que atraviesa el equipo. No sirve la línea de tres cuando el equipo rival te plantea una presión tan alta como el Eibar hoy, o como ocurre también en los partidos a domicilio. Este tipo de partidos hacen que la línea de tres se convierta realmente en una línea de cinco que hace que no haya gente por las bandas en fase ofensiva y merma mucho la capacidad del equipo. De hecho, el Sevilla le empata a los vascos con línea de cuatro atrás pese a tener uno menos; creo que no puede ser más evidente.
Después, por otra parte, lo anterior se ve aún más agravado si tenemos en cuenta el nefasto nivel en el que están los centrocampistas del Sevilla. Sarabia no aporta nada al equipo desde hace más de un mes y cada vez que el balón pasa por él se acaba la jugada, Banega está irreconocible y sus permanentes pérdidas cuestan goles y puntos y Franco Vázquez desespera con su ritmo pasivo y su trote relajado. Además, también ha bajado el nivel Roque Mesa, que, por otra parte, es el que más lo intenta de todos los de ahí Si a esto le sumamos que André Silva está a un nivel irregular y que los carrileros no son reales carrileros (Escudero no sé lo que es ahora mismo), te sale un rendimiento tan malo como el que está mostrando el equipo recientemente. Claro, que no solo hablamos del mal nivel de los jugadores sino de la falta de ideas (o de valentía) del técnico sevillista para sentar en el banquillo o incluso en la grada a todos estos hombres que no dan el nivel, dando más valor al nombre que hay en la espaldas de las camisetas que a lo que están mostrando los futbolistas sobre el césped.
¿Qué ha ocurrido con ese Machín que hizo todos los cambios necesarios al principio de la temporada para revertir la mala dinámica que se atravesó? Nadie lo sabe, porque lo cierto es que se repiten los mismos errores una y otra vez. Siempre los mismos jugadores, siempre la misma formación, siempre el mismo planteamiento... No se le ocurrió cambiar cosas frente a un equipo que te presiona muy arriba y al que no le puedes colar centros porque tienen dos centrales que son dos torres. De hecho, se le ocurrió a todos los sevillistas menos a él.
Mientras todo esto ocurre, Marko Rog aún no ha debutado (ni siquiera lo convocó frente al Eibar) y un Amadou que siempre cumple suma muchísimos minutos en el banquillo. Sarabia se ríe del club pidiendo una renovación millonaria y la afición aplaude inexplicablemente a Banega después de ser expulsado tras 80 minutos pésimos.
Ahora jugamos en Roma frente a la Lazio y el técnico no parece hacer autocrítica. Necesitamos un cambio urgente para revertir la situación y para ello Machín tiene que abrir los ojos... o escribir en esa libreta las cosas que realmente necesita cambiar, tanto los jugadores como las ideas, porque a la libreta de Machín le faltan páginas.
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