Luz verde: primera parte. Los primeros 45 minutos fueron un auténtico recital de fútbol. El Sevilla se fue al descanso con un 70% de posesión y con muchas más ocasiones que un Leicester que solo tiró una vez, sin peligro y sin llegar a ser entre los tres palos. Más allá de las estadísticas, las sensaciones sobre el campo fueron buenas, de que podrían haber sido muchos más. El Sevilla dominó el encuentro ante un conjunto inglés que se quedó atrás a la expectativa para coger alguna contra en la que pudieran cazarnos.
Sin embargo, el Leicester se fue con mucha recompensa para el partido de vuelta, y eso fue por la gran cantidad de ocasiones perdonadas. La más clara, el penalti; pero hubo más. Debemos empezar a materializar nuestras ocasiones.
Luz amarilla: penaltis. Ayer vimos el enésimo penalti fallado por el Sevilla esta temporada. Nasri, Iborra... Le tocó a Correa. En la Supercopa nos quitó las pocas opciones que teníamos, ante el Villarreal pudo costar la victoria y ayer con un 3-1 la vuelta habría sido totalmente distinta (aunque obviamente el desarrollo del partido podría haber sido bastante diferente).
Todos los equipos tienen un jugador que lanza los penaltis, o dos como mucho. En el Sevilla hay dos especialistas, Jovetić y Ben Yedder. ¿Por qué no lo tiran ellos cuando están en el campo? En el Sevilla tira el penalti el que se siente confianza para ello, y eso provoca siempre que 3 ó 4 jugadores vayan a por el balón y quieran tirar el penalti. Correa tiró la pena máxima igual de mal que Nasri ante el Villarreal. Los penaltis son ocasiones que no se pueden fallar, o por lo menos que deben tirarse bien. Que lo hagan los especialistas.
Luz roja: bajón tras la lesión de Lenglet. En la segunda parte el Sevilla aflojó, y los últimos minutos del partido fueron especialmente peores. Con el segundo gol nos relajamos en exceso y con el paso de los minutos nos pasó factura.
Sin duda, el peor momento fue cuando se lesionó Lenglet, que estaba siendo fundamental. Un cerrojo atrás que lo corta todo y sabe sacar bien el balón. Hasta que se marchó, el Sevilla llevaba con él 4 partidos sin encajar gol. Carriço, por el contrario, está muy mermado por las lesiones y se nota que aún no tiene ritmo de competición. Le queda mucho para ser el central que ganó las tres Europa Leagues con el Sevilla.
En los últimos minutos faltó un poco más de ritmo y de intensidad arriba. La grada instaba al equipo a ir hacia adelante, pero los jugadores parecían cansados. Nasri, por ejemplo, estaba falto de ritmo (algo bastante preocupante) y hubo un punto en el que parecía que firmábamos el 2-1. Un último acelerón que podría haber terminado de decantar un partido en el que fallamos más de lo que debimos.
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