Luz verde: una nueva final, y no nos cansamos. Evidentemente, en este apartado no podíamos poner otra cosa distinta a la clasificación para una nueva final. Desde 2006, el Sevilla ha disputado 17 finales, que se dice pronto. Ya son 22 en toda nuestra historia, 9 de ellas coperas. Ahora toca esperar a conocer nuestro rival, ante el que buscaremos nuestra sexta Copa del Rey.
Y lo cierto es que el equipo que dirige Montella ha llegado hasta la final con todo merecimiento. Fuimos superiores a Cádiz, Atlético y, ahora, al Leganés. Pese a que el resultado estuvo ajustado mucho tiempo, el Sevilla ha sido superior en el cómputo global de la eliminatoria y fue el que dispuso de las mejores ocasiones. Champagne, en la ida; junto con nuestra falta de puntería hoy, los grandes responsables de que el marcador no haya sido más abultado.
Luz amarilla: dificultades para terminar las jugadas. Como he dicho anteriormente, el Sevilla no se ha llevado un resultado más abultado hoy porque no ha sido capaz de finalizar. Muchísimas imprecisiones y contraataques mal llevados han supuesto ocasiones desperdiciadas. Banega no estuvo acertado en la primera parte (algo muy extraño) y eso condicionó al equipo.
Sin embargo, las grandes responsables de estos fallos fueron las bandas. Ni Correa ni Sarabia estuvieron al 100%. El argentino ralentizó mucho las jugadas y acabó cansado, mientras que el madrileño estuvo muy impreciso tanto en controles como en pases, lo que hizo que se perdieran muchos balones en ataque.
Luz roja: complicaciones con el 1-0. Hubo algunos momentos, especialmente al final de la primera parte, en los que no fuimos conscientes de lo corto del resultado y jugamos con él. La buena actuación defensiva hizo que estos despistes no fueran a más, pero debemos de tener mucho cuidado en ese aspecto.
Cuando Correa marcó el primero, el equipo se echó un poco hacia atrás y no siguió con el dominio del juego, lo cual hizo que el Leganés pudiera acercarse algo más. El principal problema fue que esto se lo concedimos nosotros con muchas imprecisiones en la salida de balón y sin necesidad, ya que nos faltó presión y autoridad en el centro del campo en ciertos periodos del partido.
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