Luz verde: actitud e inercia ofensiva. Sin duda, en lo que ha ganado el Sevilla en los últimos partidos es en motivación. Cuando el Celta marcó el empate, el equipo volvió a por todas a intentar llevarse los tres puntos, consciente de lo necesaria que era la victoria.
Pudieron caer muchos más goles, y lo cierto es que el Sevilla dominó el partido en la gran mayoría del tiempo. Aunque no explotamos las bandas todo lo que pudimos, el Sevilla fue creciendo a lo largo del partido y miró mucho a la portería de Sergio, aunque no con todos los remates que pudieron llegar.
Luz amarilla: el fallo de ocasiones puede ser determinante. Ante el Granada, el Sevilla tuvo numerosas ocasiones que no consiguió anotar, aunque se enfrentaba a un equipo muerto que no creó peligro. Sin embargo, ayer volvimos a tener varias que no entraron y que pudieron hacernos sufrir.
Correa (que después anotaría) tuvo dos ocasiones de gol, una clarísima ante el portero que remata blandita y al pecho. También tuvo una colosal oportunidad Escudero, y mala suerte en las de Ganso y Rami. Hay que intentar matar los partidos para evitar sustos.
Luz roja: sufrió más de lo que debía en los últimos minutos. En los últimos minutos, el Celta se vino arriba ante la posible derrota y el Sevilla se metió atrás y pudo haberse quedado con un solo punto. Los últimos 10 minutos del partido fueron muy diferentes al resto.
Esto podría haberse evitado si tenemos en cuenta que el Sevilla estaba jugando con uno más. Debimos haber calmado más el juego, haber jugado con los tiempos y haber matado el partido. Parece que los nervios invadieron a los jugadores y empezamos a perder muchos balones absurdos, a jugar demasiado atrás y tocar el balón con el portero más de lo necesario, y a dar el pelotazo arriba y rifar el balón.