Luz verde: 10 minutos de oro. El Sevilla jugó una primera parte de equipo grande, muy grande; pero, sin duda, los escasos diez minutos en los que anotamos los cuatro goles fueron un puro espectáculo. Probablemente sean los mejores minutos que le he visto al Sevilla en años. Repito, en años. No recuerdo semejante vértigo en el Ramón Sánchez-Pizjuán.
600 segundos de verticalidad absoluta, de una inercia ofensiva impresionante. El Sevilla se convirtió en un huracán que pasó por delante de todo jugador de amarillo que se pusiera en su camino. No olieron el balón en casi ninguno de los primeros 45 minutos, pero especialmente en esos 10. El balón solo iba hacia delante, N'Zonzi y Nasri inventaban pases de genio (bestial el de este último en el segundo gol), Vitolo desbordaba como quería por la banda y Vietto y Ben Yedder definía. Ayer en Nervión vimos fútbol en estado puro.
Luz amarilla: finalización de jugadas. El dominio de la primera parte se materializó en numerosos acercamientos, pero muchos de ellos no acabaron en ocasión de gol o ni siquiera en tiro. Es cierto que hay que perder el miedo a finalizar la jugada antes, los goles desde la frontal del área también valen.
En ciertas ocasiones, el Sevilla alarga mucho las jugadas con excesivos pases cerca del área rival. Optar por disparar puede ser garantía de peligro cuando los disparos salgan bien. Es preferible un disparo lejando en una jugada que parece que no va a ningún lado que optar por aguantar la posesión y perderla.
Luz roja: arbitraje. No me voy a extender, pero no quería pasar por alto la vergonzosa actuación de Clos Gómez ayer. Más allá de las desmesuradas protestas de Rami (fruto del calentón), la primera amarilla que le muestra es de una falta que no existe y que acaba en gol en contra (debe recurrirse). También es verdad que a otro equipo no se atrevería a sacarle esa segunda amarilla.
Pero más allá, su criterio para las amonestaciones fue un tanto desequilibrado, y permitió continuas faltas de los visitantes que se fueron sin castigo (70 minutos tardó en mostrarles la primera tarjeta). Por ejemplo, no expulsó a Recio, perdonándole la segunda amarilla por un agarrón.
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