Dicen que es de bien nacidos ser agradecidos, y el Ramón Sánchez-Pizjuán lo ha sido con Joaquín Caparrós. Apareció por primera vez en el palco del Viejo Nervión en el Sevilla Atlético - Alcorcón. La gente aplaudía y él iba con una sonrisa de oreja a oreja, como un niño con zapatos nuevos, una sonrisa que ha conseguido contagiar a todo el sevillismo en tan solo cuatro partidos, en un mes que se ha ido más rápido que el resto de la temporada.
Jamás se me irán de la cabeza las imágenes de esa victoria por 1-0 ante la Real Sociedad, porque fueron mucho más de tres puntos. Vi y sentí al Sevilla, al que llevaba dos temporadas sin sentir. Vi a Joaquín ilusionado, contemplando ese himno que tanto nos gusta, lo vi loco en el descuento, animando a la afición. Lo vi desatado al final del encuentro, abrazando a todo el que podía y alentando a los suyos. Lo vi levantando al banquillo en el descuento, obligándolo a seguir los campos, a estar metidos en el partido más allá de la banda, lo vi construir sevillismo. Fueron los primeros pasos de un mes fugaz en el que ha conseguido su objetivo.
Lo que ha hecho Don Joaquín Caparrós por nuestro Sevilla es digno de ser agradecido. Muy pocas personas habrían tenido el valor de echarse a sus espaldas a un equipo que estaba a punto de ser encerrado y de hacerlo competir, darle una identidad en tan poco tiempo y sacar adelante una temporada que se iba a pique. Y mucho menos, sin cobrar ni un solo céntimo, por amor a su equipo, a su Sevilla, a nuestro Sevilla.
Ya te has convertido en pieza fundamental de nuestro club, Joaquín, en uno de los pilares de su historia. De la mano de Don Roberto Alés sacaste al equipo del peor momento de su historia, del pozo de la Segunda División, y lo llevaste hasta Europa. Vosotros fuisteis la piedra angular, el primer pequeño gran paso para construir el mejor Sevilla de la historia. El pentacampeón de la Europa League nunca habría existido si no hubiera aparecido ese sevillista loco por sentarse en el banquillo de Nervión y dar lo mejor de sí mismo para llevar al equipo a ese lugar donde merece estar y mucho más allá. Y, 13 años más tarde, volviste a casa; Joaquín. Volviste con la misma ilusión con la que por primera vez entraste por la puerta en el año 2000, con las mismas ganas de dar al Sevilla Fútbol Club el sitio que merece. Volviste a levantar al equipo, que pasó de no dar ningún atisbo de reacción a hacer que el sevillismo esté orgulloso.
Jamás podremos devolverte lo que has hecho por el club, lo que has hecho por todos nosotros. Solo podemos darte las gracias porque has representado al sevillismo en todo momento, porque has hecho con ese vestuario lo que todos nosotros queríamos. Gracias por ser la materialización de nuestro pequeño halo de esperanza, por ser la cabeza visible de un equipo de gente sevillista que ha tomado las riendas de una situación difícil, que ha hecho que todo el mundo se sienta importante, que en ese vestuario se vuelva a respirar sevillismo y que fuéramos al Ramón Sánchez-Pizjuán con ilusión por ver al equipo de la casta y el coraje.
Pero la mejor noticia no es que vuelvas, sino que no te vas a ir. No pude alegrarme más cuando leí que, a partir de la próxima temporada, ocuparás un cargo en el club. No sé cuál será, si te encargarás de la cantera o estarás en la directiva, si estarás cerca de los jugadores o no; lo único que sé es que el Sevilla te necesita y que tú vas a estar ahí para él, para tu Sevilla. Porque tú apareciste al rescate de una nave que se hundía, porque tú respondiste a la llamada cuando más falta nos hacía que alguien nos cogiera el teléfono. Porque la entidad necesita de gente como tú, que sienta el escudo y que lo transmita por todos los despachos, campos y vestuarios de la Ciudad Deportiva.
No hay ni una sola palabra negativa que pueda salir de este teclado para ti, y espero que nadie la tenga. Mereces lo mejor, y lo mereces dentro del club al que rescataste dos veces, dentro del club que hiciste grande y que se hizo grande contigo. Por eso y por todo lo demás, solo puedo darte las gracias por volver y desear que jamás te vayas de esa casa en la que tanto se te quiere y que has reconstruido de nuevo. Nunca olvides que eres parte de los cimientos de nuestra gloria, porque el sevillismo no lo hará.
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