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jueves, 10 de mayo de 2018

El semáforo: Sevilla FC 3-2 Real Madrid

Luz verde: hemos recuperado nuestra identidad. Menos mal que Joaquín Caparrós llegó al Sevilla. Pase lo que pase en los dos últimos partidos que quedan, nos clasifiquemos o no para Europa, lo que ha hecho nuestro técnico con un equipo que estaba muerto no tiene nombre. El Sevilla ha vuelto a competir, ha vuelto a ser el equipo de la casta y el coraje. Competimos como no lo habíamos hecho en toda la temporada y salimos al campo a comernos a todo lo que tenemos por delante.

Después de dos entrenadores, Caparrós ha conseguido exprimir a esta plantilla y sacarle todos sus frutos, retratando por el camino a los que estaban detrás. El equipo confía en sí mismo, está en una dinámica positiva y ya depende de lo que él mismo haga para ir a Europa. Ha revertido la situación en menos de dos semanas.

Luz amarilla: un resultado que pudo ser más abultado. El 3-2 final deja al sevillismo más que contento, pero no deja de ser un resultado injusto que no refleja lo que fue el partido, ya que pudimos llevarnos una victoria mucho más contundente. Bien es cierto que no debió pitarse el penalti que supuso el segundo gol del Madrid. El arbitraje de Mateu Lahoz fue nefasto una vez más.

También hubo algunas desatenciones defensivas, especialmente por la banda de Escudero, que está a un nivel algo bajo. También debemos tener en cuenta que es normal que haya carencias, casi todos los equipos las tienen y nosotros no vamos a ser menos después de una temporada que parece salvarse de la catástrofe.

Luz roja: cuidado con desaprovechar ocasiones. Esto enlaza un poco con el apartado anterior, ya que el conjunto sevillista pudo anotar perfectamente dos o tres goles más. Una vez más, perdonamos ocasiones de esas de las que no se pueden fallar porque lo puedes pagar. Esta vez no fue a más, pero ya conocemos los efectos de perdonar.

Con 2-0, Ben Yedder tuvo una clarísima sin portero que le sacó un defensa desde el suelo por no pegarle arriba y poco después Muriel definió muy mal en un mano a mano con el portero. Pudo haber sido el 3-0, y poco después el Madrid tendría un penalti que Ramos -por suerte- fallaba. A punto estuvo de cocerse el 2-1 después de haber perdonado nosotros. El partido habría cambiado mucho.

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