Miércoles, 17 de agosto de 2016. Una cita más con la historia. Tras la ida de la Supercopa de España disputada el pasado domingo, los guerreros del nuevo técnico argentino vuelven a medirse las caras en una final frente al Barça. Esta vez, la vuelta de dicho "trofeo de verano" que algún que otro quisiera perder alguna vez.
Se llega al choque con bajas (como ocurriera en Tiflis, en la misma demarcación y contra el mismo rival) en el centro de la zaga; ya que no estarán Pareja, Carriço, Rami ni Kolo. Faltan los 4 centrales, sumadas a la de Escudero, lo que dará la oportunidad a Diego González, que brilló en pretemporada.
Desembarcamos en Barcelona con un marcador muy difícil al que es casi imposible dar la vuelta, y más ante el mejor equipo del mundo. Pero ya se sabe, misma historia, mismos alicientes: dicen que nunca se rinde.
Por ello y por más, porque ya no hay nada que perder y mucho que demostrar y ganar, los que jueguen (menos usados en estos dos partidos que llevamos hasta el momento) y los que no, deberán dejarse el alma y pelear hasta la saciedad, hasta el final.
Once bestias que deben saltar al verde a comerse a los otros once de azulgrana.
Once bestias que deben saltar al verde a morir por ellos y por nosotros.
Once bestias que deben saltar al verde al unísono, sabiendo lo que se hace.
Once bestias que deben saltar al verde sin presión, que dos goles se meten en un minuto.
Difícil, mucho; imposible, nunca. Como diría nuestro león: "que sea difícil no significa que no vaya a intentarlo, y que sea imposible no significa que me vaya a rendir". A por ellos carajo, que nada más satisfactorio puede haber que tus 11 tíos y los que no estén lo den todo por honrar y defender mi escudo y mi camiseta a muerte.
A UN CAMPEÓN NUNCA SE LO DA POR VENCIDO. VAMOS SEVILLA
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